Maracaná es uno de los templos del fútbol mundial, lo fue desde su construcción para el Mundial 50 y lo siguió siendo después de la profunda remodelación, inaugurada en 2013, que cambió su tradicional fisionomía, redujo su aforo y eliminó la segunda gradería.
El ‘Maraca’, que es de propiedad pública, ha sido tradicionalmente la casa del Flamengo, el club más popular no solo de Río de Janeiro sino de Brasil, que ahora comparte su gestión con el Fluminense y que podría alagarse a través de una concesión para los próximos veinte años.
Sin embargo, el binomio Flamengo-Maracaná puede tener fecha de caducidad. La dirección del rubronegro pretende dejar de ser inquilino para cumplir el sueño de tener su propio estadio. Esta iniciativa cuenta con el apoyo macizo de la ‘torcida’ que deja de lado cualquier tipo de sentimentalismos, conscientes de que el club puede acabar aumentando sus ingresos por la explotación de un patrimonio propio.
El proyecto es aún embrionario, pero el presidente de la entidad, Rodolfo Landim, va muy en serio. Tanto que esta semana en una entrevista concedida al portal GE ha anunciado que tiene la intención de poder adquirir antes de que termine este año unos terrenos en la región del Gasómetro, en la zona portuaria de la capital carioca.
Se trata de 87.000 metros cuadrados, propiedad de un fondo inmobiliario de una caja de ahorros federal. Esta es una superficie considerada muy reducida para la construcción de un estadio que sería proyectado para 80.000 espectadores, lo que le convertiría en el mayor recinto deportivo del país, superando incluso a Maracaná.
Ante las dificultades de construcción, el Flamengo proyecta levantar un estadio “muy vertical” inspirándose en el nuevo Santiago Bernabéu, situado en el corazón de Madrid, y que nada tendría que ver con la estética del actual Maracaná. Se apostará por un diseño muy compacto, lo que no deja de ser un riesgo.
El Fla considera que la inversión necesaria para su estadio podría alcanzar los 400 millones de euros y prevé que, desde el momento en que se dé el pistoletazo de inicio, serán necesario cinco años hasta su inauguración.
De momento, ya se ha reunido con el Ayuntamiento de Río de Janeiro para trasladar la idea de que el club se toma como una prioridad poder tener su propio estadio y que quiere empezar a mover ficha cuanto antes mejor.
Según el Flamengo, Maracaná está sobrecargado porque, actualmente, llega a albergar 70 partidos en un año. Es habitual que haya encuentros dos días seguidos ya sea entre semana por la Copa Libertadores o, el fin de semana, en competiciones locales.
Para el presidente del Flamengo, una vez su club cuenta con su propio estadio, Maracaná tendría que pasar a ser gestionado por la CBF: “No podemos olvidar que la sede de la Confederaçao también es en Río de Janeiro. En todos los países del mundo hay estadios que son un símbolo y que son utilizados para el inicio y el final de grandes competiciones. Es el caso de Wembley, en Inglaterra”, afirma Landim.
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En la actualidad, Río de Janeiro cuenta con dos grandes recintos deportivos: Maracaná y el estadio olímpico Nilton Santos, remodelado para los Juegos de 2016, y la concesión del cual pertenece al Botafogo. El Vasco da Gama, por su parte, también tiene un proyecto para modernizar Sao Januario, que tiene una capacidad limitada inferior a 22.000 espectadores.