En esta nueva etapa en la que el enemigo es la variante Ómicron, la batalla contra el coronavirus pondrá a prueba la imaginación del liderazgo mundial y la paciencia de la sociedad. El ejemplo más reciente es el debate, en Estados Unidos, sobre el requisito de vacunación para poder abordar vuelos ya no internacionales sino internos.
Anthony Fauci, el epidemiólogo en jefe del gobierno estadounidense ha promovido durante meses la polémica medida. Últimamente, con Ómicron creciendo, Fauci ha insistido. La intención de Fauci es doble. Por un lado, detener la propagación del virus, que ya hunde a Estados Unidos (y a buena parte del mundo) en una crisis de precariedad similar a los peores momentos de la pandemia (aunque no en cuanto a las hospitalizaciones, gracias a la vacunación). Segundo, Fauci piensa – y no está solo– que obligar a los estadounidenses a vacunarse si quieren volar disminuiría el número de obstinados e irracionales que, contra toda lógica y todo cuidado de la salud personal y colectiva, insisten en aún no inmunizarse. Aun con las recomendaciones vehementes de Fauci, el gobierno de Joe Biden se ha negado a imponer el requisito. Las razones ilustran con toda claridad los retos que enfrenta la humanidad para parar en seco al virus. La realidad es que, si la salud pública fuera el único parámetro, es evidente que Biden habría ordenado el requisito para vuelos. Pero la salud pública no es, ni ha sido jamás, la única variable en juego. La presión de las aerolíneas está creciendo para que Biden no aplique la obligación. Lo mismo que el cálculo político de la tormenta de resistencia que la medida, aunque sensata y necesaria, desataría.
Y en esas estamos: aunque parece urgente, Biden no quiere tomar la decisión por temor a presiones económicas y políticas. El problema, claro, es que el virus no sabe de dólares y votos. Y así empieza, querido lector, el 2022. Tenga usted muy feliz año. ¡Y nos vemos, ya en un nuevo ciclo, con muchas más estampas! ___________________ Nota del editor: Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.
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