En una consulta cuyo resultado se sabía de antemano, el ganador no puede ser más que quien la propuso. El ejercicio de este domingo fue una reafirmación de mandato, y en esa medida el mayor beneficiario es el presidente Andrés Manuel López Obrador. Ya conocemos el tamaño de la base social que lo apoya: 15 millones de mexicanos. Y sobre esa base edificará el camino hacia su sucesión en 2024. La primera consulta de revocación de mandato en México ha tenido, aunque parezca paradójico, dos efectos: un Poder Ejecutivo fuerte y una oposición desmovilizada. El propósito de las oposiciones -se supone- es avivar el debate, tratar de erosionar el poder de sus adversarios, de quienes gobiernan. Aquí, contribuyó a su fortalecimiento.
La oposición en México optó por la neutralidad al invitar a la abstención en un proceso de participación ciudadana y se neutralizó a sí misma. De por sí es difícil llamar a la participación y que el llamado sea atendido, y, sin embargo, la oposición retardó el involucramiento de la ciudadanía que no concuerda con el presidente a la discusión pública. Esta decisión desarticuló esfuerzos que ahora lucen perdidos. ¿Han notado que desde el Instituto Nacional Electoral (INE) o de algunos medios de comunicación surgen las críticas más contundentes al ejercicio de gobierno actual? El PAN, el PRI y el PRD dejaron pasar una coyuntura excepcional para llamar a la controversia y hacerse de apoyos: se quedaron solos ante la próxima aprobación de la reforma eléctrica y una reforma electoral. En un primer momento, Morena y sus aliados lograron captar el número de firmas suficientes para complacer al presidente y poner en marcha el mecanismo de revocación de mandato establecido en la fracción IX del artículo 35 constitucional. Se requerían 2 millones 758,227. La cifra se superó en un 25.15% al alcanzarse 3 millones 451,843. Algunas entidades destacaron por su respaldo al presidente al lograr un porcentaje mayor al requerido (el 3% de la lista nominal). En Campeche se superó la cifra por 78%, Chiapas 113%, Ciudad de México 123%, Guerrero 52%, Michoacán 75%, Oaxaca 52%, Sinaloa 55% y en Tabasco por 148%.
Los estados en donde no se alcanzaron las firmas necesarias fueron Guanajuato (22%), Nuevo León (23%), Coahuila (77%), Durango (68%), Jalisco (79%), Puebla (69%) y Querétaro (70%). Todos ellos gobernados por la oposición, salvo en el caso de Puebla. Por lo que respecta a los resultados dados a conocer anoche por el INE, con base en una muestra representativa de 1,753 casillas, la participación en el ejercicio de revocación de mandato rondó entre el 17% y el 18.2%, es decir, superó los 15 millones de inscritos en la lista nominal. Lo demás era muy previsible: el porcentaje que votó porque se le revoque el mandato al presidente estuvo entre el 6.4% y el 7.8%, en tanto que entre el 90.3% y 91.9% de quienes participaron se pronunciaron porque López Obrador continúe en la Presidencia. En una elección en la que no estaba nada en juego, el presidente fue capaz de convocar a las urnas a la mitad de quienes votaron por él en 2018. Con ese respaldo, buscará cambios al sistema electoral. Desde luego que hay que atender lo que Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, dice en su mensaje de victoria: “la gente se movilizó en todo el país, a pesar de los obstáculos que puso la autoridad electoral. Cómplices, por cierto, del régimen autoritario y corrupto del pasado. Se preocuparon más por proteger sus millonarios salarios, sus privilegios, que consolidar nuestra democracia”. Ahí está el muy anticipable golpe contra el INE.
Pero el mismo día de la ratificación de mandato, se anuncia una “reforma electoral impostergable”, en la que los consejeros electorales sean elegidos por el pueblo, pero en la que también se evite el despilfarro de los partidos y no haya más “diputados plurinominales que distorsionan la democracia representativa”. ¿Cómo le hará la debilitada oposición para atraerse apoyos hacia planteamientos diferentes? Luce solitaria. La segunda vuelta en la elección presidencial o el establecimiento del principio de representación proporcional como el único válido para distribuir diputaciones federales seguro no tendrán fuerza en las discusiones. El ejercicio de revocación de mandato era innecesario, visto desde la perspectiva de una genuina consulta para conocer si se quería que el presidente siguiera en el cargo. El asunto es que muchos actores contribuyeron en este proceso a su permanencia: los seguidores del presidente respaldaron el ejercicio con sus firmas y participación, la oposición llamó a no votar, “demócratas de tiempo completo” no se resistieron a quedarse en casa y defensores del INE se expresaron en las urnas, posiblemente votando contra López Obrador. Los riesgos están ahí, por más que se diga que nos hemos convertido en una de las democracias más avanzadas del mundo. __________________ Nota del editor: el autor es politólogo. Doctor en Procesos Políticos. Profesor e investigador en la UCEMICH. Especialista en partidos políticos, elecciones y política gubernamental. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.
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