Carlo Ancelotti sabía a lo que iba cuando firmó como seleccionador brasileño, en un contrato corto hasta la disputa del Mundial 2026, por el que se embolsará 10 millones de euros.
Y, en su primera convocatoria, dejó su sello personal. No llamó al renqueante Neymar Jr., recuperó a Casemiro, que regresó para imponer jerarquía en el centro del campo; convocó también a Antony, a quien premió su buen semestre en el Betis, aunque no ha jugado ni un minuto en esta fecha FIFA, Richarlison… y se sacó de la chistera el nombre de Alexsandro Ribeiro, para suplir las bajas en el sector defensivo.
Lo de llamar al central del Lille pareció un recurso temporal ante las ausencias de Éder Militão, lesionado de larga duración, o Gabriel Magalhães. Carletto había quedado impresionado por el buen hacer de este gigante de 1,91 m de altura cuando se cruzaron en la segunda jornada de la fase regular de la Champions League. Entonces, los merengues cayeron por 1-0, en la que fue la primera de las seis derrotas que sufrieron en la competición.
De salida, Ancelotti, en su debut contra Ecuador, dio la titularidad a Alexsandro, que formó pareja de centrales con Marquinhos, quien venía de conquistar por fin la Champions con el PSG, en una defensa bien guarnecida con el veterano Alex Sandro (ahora en el Flamengo) y Vanderson (Mónaco, que gusta a Deco) como laterales, y con Casemiro marcando el tono defensivo.
Carletto acabó con la sangría defensiva brasileña, que venía de encajar un vergonzoso 4-1 ante Argentina, lo que forzó el despido de Dorival Júnior como seleccionador. El 0-0 no fue para tirar cohetes, pero dejó satisfecho al pragmático técnico italiano.
Y, esta última madrugada, en São Paulo, Brasil cortó la racha de Paraguay (1-0), que llevaba nueve partidos invicto desde que Gustavo Alfaro fue nombrado seleccionador en agosto de 2024. Fue un monólogo canarinho (con un 74 % de posesión del balón), decidido con un tanto de Vinicius Jr., en el que los brasileños merecieron una victoria más generosa y donde neutralizaron por completo a los guaraníes.
La Seleção selló su pasaporte para el próximo Mundial y Ancelotti cumplió su segundo partido con clean sheet. El italiano empieza a construir su proyecto desde el rigor defensivo.
Y, en este escenario, Alexsandro, con dos actuaciones muy serias, se ha ganado a pulso un lugar en esta Seleção. Se ha mostrado inexpugnable en el juego aéreo, donde intimida con su altura, con buena lectura táctica, resolutivo y solvente con el balón en los pies.
Nadie duda en Brasil que seguirá siendo convocado y que, en septiembre, cerrará las eliminatorias sudamericanas en los encuentros ante Chile, que muy posiblemente se disputará en el Maracaná, y Bolivia.
Este central carioca, de 25 años, responde al prototipo de futbolista que ha hecho toda su carrera profesional en Europa, como, por ejemplo, ha ocurrido con el blaugrana Raphinha. Estuvo en la base del Flamengo, antes de irse al Sub-20 del Resende, un club del estado de Río de Janeiro donde, por cierto, el brillante técnico catalán Jordi Blanco dirige su primer equipo. De allí, saltó al fútbol portugués y, en el verano de 2022, fichó por el Lille.
Esta temporada, la mejor de su carrera, empezó con grandes actuaciones en la Champions y termina de la mejor manera posible: titular con Brasil y ganándose el reconocimiento de Ancelotti, sus compañeros y de toda la torcida.
