Los dos primeros partidos de Neymar Jr. en el Santos han supuesto un frenazo a toda la euforia despertada en Brasil por el regreso temporal (solo ha firmado hasta junio) de su único futbolista con estatus de supercrack.
El año que estuvo de baja, entre octubre de 2023 y 2024, por su lesión de cruzados en la rodilla izquierda aún le pasa factura. Nunca ha recuperado las sensaciones. Su estado de forma es alarmantemente bajo, como ya avisaron desde Arabia antes de la rescisión de contrato pactada con el Al-Hilal. Lo hizo, primero, su técnico, el carismático Jorge Jesus, a quien Neymar no le ha perdonado sus declaraciones y ya lo ha vetado como posible seleccionador brasileño, y, esta misma semana, el CEO de la entidad de Riad, Esteve Calzada. “Neymar no fue capaz de ofrecer lo que esperábamos”, dijo el ejecutivo catalán.
A Ney le queda un larguísimo camino por recorrer en su recuperación en el que, como ha ocurrido a lo largo de toda su carrera, su comportamiento extracampo tendrá un papel preponderante. No le queda otra que tirar de profesionalidad.
Su hoja de ruta se tambalea. A tenor de lo visto hasta ahora en el Campeonato Paulista ante dos adversarios que juegan la Serie B del Brasileirao (Borafogo, de Ribeirao Preto, y Novorizontino) hay serias dudas que, en marzo esté listo para regresar con Brasil, en una versión mínimamente aceptable.
El equipo de Dorival Junior afronta dos partidos de máxima exigencia de clasificación para el Mundial 2026, contra Colombia en Brasilia y la Argentina de Leo Messi, en el Monumental de Núñez Buenos Aires. Los brasileños, que llevan una fase de clasificación sudamericana muy tortuosa, no tienen margen para el error. Por eso, no será posible hacer concesiones a Neymar.
El crack es rehén de las expectativas creadas, del discurso triunfalista alimentado por él y su entorno y de sus hábitos que han interferido en el desempeño de su carrera tanto en París como en Arabia cuando cayó lesionado.
Ahora se encuentra en un callejón sin salida. O se dedica en cuerpo y alma o lo que tenía que ser un trampolín, quizás el último en su carrera, o su regreso al Santos puede acabar convirtiéndose en un atolladero.
Esta próxima madrugada, afronta su primer test de nivel, el clásico ante el Corinthians, en la Vila Belmiro. Neymar y el Santos jugarán con presión, porque no tienen garantizada laclasificaciónn para los cuartos de final del torneo regional.