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February 20, 2022
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Goodbye to the CDMX Metro ticket: collectors face the end of an era

Goodbye to the CDMX Metro ticket: collectors face the end of an era


Un pedazo de papel con una cinta magnética ha movido a millones de personas durante más de 50 años en la Ciudad de México desde que esta era Distrito Federal; también ha reunido a personas que luchan por su preservación: los coleccionistas de boletos del Metro. Tras dedicar años a su pasión, los coleccionistas se enfrentan al principio del fin de una era pues el gobierno capitalino ha anunciado un proyecto para eliminar los boletos que serán sustituidos por códigos QR, pagos digitales y la tarjeta de Movilidad Integrada.

“Si ya no cabe, no sea necio”

Eduardo Bojórquez, médico deportivo, comenzó a coleccionar boletos hace más de 20 años. Fue un día cualquiera en 1999, cuando al ir a la taquilla le entregaron un par de los boletos conmemorativos por la inauguración de la Línea B: su color verde con un tren sobre una vía elevada girando hacia la derecha le gustó tanto que decidió conservar uno. Una de las joyas de su colección, formada por más de 600 boletos, es el Juárez naranja, emitido en 1972 para conmemorar el centenario de la muerte de Benito Juárez. “Este boleto tiene otro trasfondo: el Metro tenía ya tres años de funcionamiento pero la gente no se quería subir (…). Decían ‘qué tal si pasa otro sismo como el del 57 y nos quedamos aquí sepultados’. Entonces, al regente se le ocurrió ‘vamos a regalar los boletos a los turistas’”, cuenta Eduardo. La pasión por encontrar ediciones especiales tan variadas como homenajes a la actriz María Félix, el escritor Octavio Paz o la ilustración realizada por @malditoperrito con la leyenda “si ya no cabe, no sea necio”, ha reunido al grupo de coleccionistas desde 2011.

Comenzaron con reuniones en los andenes del Metro, pero al correrse la voz y crecer la cantidad de aficionados, las estaciones les quedaron chicas, por lo que trasladaron las reuniones para intercambiar ejemplares, consejos y conocimiento a lugares públicos. Alfonso González, abogado que colecciona boletos desde hace siete años, llegó al grupo cuando una maestra de la carrera de derecho le comentó que vio en televisión una nota sobre personas con la misma fascinación por los boletos. “A veces consideraba que podía ser hasta algo tonto, ¿cómo iba a guardar algo que me servía para viajar? Me llenó de alegría saber que yo no era la única persona rara que los coleccionaba y veía como algo curioso. Fue un gran salto tanto en mi vida”, afirma. Entre sus boletos más queridos está el que conmemora los 100 años de la Universidad Nacional Autónoma de México, su alma mater , así como el de los 60 años del equipo de futbol Pumas. Para Alfonso, su colección está formada por pequeñas estampas de la historia de la ciudad. “Si bien yo pensaba ‘esto voy, lo echo al torniquete y ya viajo, ¿por qué lo voy a guardar’, en realidad su valor va más allá de un simple viaje de cinco pesos: es un fragmento de nuestra memoria como colectividad, como ciudad”, sostiene.

¿Cómo iba a guardar algo que me servía para viajar? Me llenó de alegría saber que yo no era la única persona rara”.

Para Héctor Miguel, funcionario del Instituto Nacional Electoral, el coleccionar boletos es un legado de su padre quien trabajaba en el Monte de Piedad y ocupaba el Metro para regresar desde el Centro Histórico a su hogar en Cuautitlán Izcalli, por lo que al encontrar una edición especial, le regalaba un boleto a su hijo desde que este tenía 10 años. Al crecer, comenzó a viajar por la ciudad, primero para estudiar y después para trabajar. Acompañado de la curiosidad que su padre cultivó en él por los boletos del Metro, expandió su colección a 300 ejemplares. “Es algo ya más de cultura popular, es más de identidad de la Ciudad de México. Así como lo fue en su momento los Volkswagen taxi de la Ciudad de México, como son las guajolotas y el guajolocombo, el boleto es algo ya muy icónico, con lo que se caracteriza la Ciudad de México”, explica Héctor. La época dorada para los coleccionistas de boletos ha pasado, pues mientras antes podían encontrar dos o tres ediciones especiales en las taquillas del Metro, desde hace tres años deben conformarse con un par de boletos conmemorativos al año. Las reuniones también se han hecho más espaciadas y pequeñas debido a la pandemia por COVID-19.

El Metro, ¿sin boletos de papel?

Desde enero, la estación Chapingo de la Línea 9 se convirtió en el punto de prueba piloto para un Metro sin boletos al disponer nuevas formas de cobro: tickets con códigos QR, tarjetas bancarias sin contacto y Cobro Digital (CoDi), además de la tarjeta de Movilidad Integrada. “Me llena de orgullo y de tristeza ver que esto poco a poco está acabando”, confiesa Eduardo, después de dos décadas de coleccionar boletos. En contraste, Alfonso cree que existe la posibilidad de que la practicidad le permita sobrevivir al boleto de papel frente a la modernidad. “En el fondo tengo esperanza porque lo ideal sería la convivencia de tecnologías, yo pienso que todavía tenemos boletos para rato”, comenta. Por su parte, Héctor sostiene que pese a dejar de circular en las taquillas, los torniquetes y las manos de los capitalinos, el boleto del Metro se mantendrá presente en los recuerdos de quienes los han usado, coleccionado y preservado. Relata: “Queda como un recuerdo dentro de mi historia y los boletos que yo todavía tengo atesorados forman parte de esa misma historia, una página más que ha pasado”.

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