No podemos olvidar la anécdota de las ranitas que, colocadas en una olla con agua y a fuego lento, no se percataban del incremento de la temperatura. La desconexión con la realidad fue tal que los batracios literalmente se cocinaron y murieron por cocción sin haberse percatado del proceso de gradual pérdida de su vida. Tristemente, eso es lo que yo aprecio que nos está pasando en el país. Nos están hirviendo en forma gradual y esto está aniquilando nuestros signos vitales. Me explico. Ubiquemos los temas en los cuales el incremento de temperatura es real y nos está asfixiando. La violencia está desatada. Diariamente mueren en nuestro país en promedio 100 personas: un mexicano cada 15 minutos. Un nivel incremental de violencia con desaparecidos, colgados, descuartizados y fosas en el panorama nacional. La temperatura sube.
El país se está militarizando en forma creciente y amplia. Hoy están en aduanas, puertos, infraestructura, medicinas y seguridad pública, todos bajo control de las Fuerzas Armadas. Sumemos a estos agravantes el que, so pretexto de seguridad nacional, las adquisiciones y acciones se realizan en absoluta opacidad y con adjudicaciones directas. Los castrenses desplazando a los civiles. Sigue subiendo el hervor. En materia de salud, se generó premeditadamente (porque se les advirtió de las consecuencias) un desabasto de medicinas brutal, mismo que generó muertes de niños y adultos por igual. Se ataca al Seguro Popular y se deja sin protección alguna a 15 millones de personas. Y en la pandemia se optó por no seguir a la ciencia y las mejores prácticas, sino por recurrir a las ocurrencias y la improvisación, con un saldo de más de 600,000 muertes. El termómetro marca niveles muy altos. La convivencia con la delincuencia organizada toma niveles jamás vistos. Una cosa es que se supiera que en el pasado hubiera tolerancia a ciertas actividades, o incluso complicidad económica en algunos rubros, pero abrir las puertas a que sean parte de los aliados electorales, dejarles designar candidaturas, asumir el control de diversas partes del territorio, liberarlos una vez detenidos y decir que se comportan bien en los comicios es demencial. El calor es ya insoportable. El dispendio en obras faraónicas es un abuso, porque no existen argumentos sólidos, económicos, operativos, técnicos o científicos, que hagan que dichas decisiones sean solventes. Se rompen los proyectos viables por el solo deseo de dejar su huella. El vapor crece. El uso de recursos en programas clientelares y electorales, mientras que las verdaderas causas de la pobreza no se atienden, provoca que los más débiles económicamente no solamente no puedan mejorar su condición, sino que de hecho al menos 4 millones más hayan ingresado a la pauperización en los últimos tres años. Diezmar a quienes menos tienen por sujetarlos al escrutinio estatal es vil. El bochorno es incremental.
Se atacan y se pretende destruir a instituciones tan críticas e importantes como el Inai, el INE, la CNDH, la CRE, la Cofece, el Cenace, etcétera. En el fondo, se quiere gobernar sin requisitos o límites. Se expide un acuerdo para facilitar sus caprichos. Las leyes estorban. El sudor es notorio. A las mujeres, el mayor sector poblacional del país, y quienes son objeto de vejaciones, discriminación, violencia y desprecio, el presidente decide ignorarlas y demeritarlas, no las escucha y les presenta vallas metálicas como señal de intolerancia. No se les ve ni nada. Metal al rojo vivo. Se utiliza discurso de descalificación, polarización, estigmatización y división, con el propósito de que los distintos grupos poblacionales se dediquen a atacarse entre sí, permitiendo que los que ocupan el gobierno se dediquen a devastar todo impunemente. Divididos y enfrentados no se atienden temas importantes. La fiebre es ya inmanejable. El sentir de los grupos marginados a lo largo y ancho del país se ignora sistemáticamente. Solamente hay la agenda de acumulación de poder y la suma de facultades metaconstitucionales. Incluso, se arrasa en temas tan sensibles como medio ambiente, educación, vivienda, sustentabilidad, tecnología, etcétera. No hay espacio para respirar. Mundialmente se tiene una oportunidad histórica para que México se convierta en el destino natural de la reubicación de empresas que deben salir de China y estar cerca de EU. A pesar de los beneficios que dichas inversiones masivas podrían generar, se cierran las puertas. Al verdadero crecimiento económico se decide darle cuello. Se multiplica el malestar. Mi punto es que estas situaciones no son normales. Nada bueno puede salir de estas acciones y omisiones. Más vale que no nos acostumbremos y que brinquemos del agua hirviendo antes de fallecer. En mi caso, no me parece solamente ver cómo nos extinguimos. ¿Ustedes están dispuestos a morir? No, ¿verdad? Pues entonces, a moverse, participar y exigir. ____________________ Notas del editor: Juan Francisco Torres Landa es Miembro Directivo de UNE. Las opiniones de este artículo son responsabilidad única del autor.
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